Durante la excursión se mantendrá un ritmo regular, comenzando con un ritmo suave de manera que los músculos y las articulaciones entren en calor, pasando poco a poco a un ritmo cómodo en función de nuestro nivel físico y del perfil de la ruta.
A lo largo de la ruta se podrán realizar diversas paradas (de corto espacio de tiempo) para recuperar el aliento, beber agua o tomar algunos alimentos energéticos (barritas de cereales, chocolate…) y así mismo contemplar el paisaje. Es importante no enfriarse, por lo que si hace viento hay que abrigarse más en las paradas.
Siempre hay que extremar la precaución, ya que la principal causa de lesiones en la montaña se deben a las caídas. Para mantener el equilibrio, al caminar hay que fijarse en cada paso que se da y apoyar toda la planta del pie (evitando golpear y arrastrar piedras o raíces). Así mismo, en zonas rocosas, hay que extremar la precaución, comprobando la estabilidad de la roca antes de apoyar todo el peso y si es necesario, se empleará la ayuda de las manos. Como ya se ha dicho, los bastones son una buena forma de mantener el equilibrio a lo largo de la excursión.
Durante las ascensiones hay que mantener un ritmo constante. Además, es aconsejable evitar pisar sólo con las puntas, y si la pendiente es demasiado pronunciada, se ascenderá en zigzag para disminuir la pendiente. El cuerpo debe estar algo inclinado hacia adelante y hay que pisar con toda la planta.
Durante los descensos, las rodillas deben quedar ligeramente flexionadas, para evitar resbalones. Si el descenso es muy pronunciado hay que buscar los mejores apoyos evitando las piedras sueltas. También se puede descender en zigzag para evitar así la máxima pendiente.