Se supone que hoy tendría que estar escribiendo sobre mi primera Maratón pero en vez de eso, os escribo sobre mi primer abandono sentado en un avión que vuela a Bilbo desde Lanzarote.
Hace un año empecé a entrenar para un trail de 53km, programada para abril. Como era una prueba seria acudí a un entrenador personal y una nutricionista, que me han guiado hasta ahora.
Sin embargo, en abril me comunicaron la triste noticia de que se suspendía la prueba. Y entonces, qué iba a hacer? Tenía contratado a un buen equipo y no quería dejarlo. Había conseguido quitarme unos kilos de encima y me sentía muy bien físicamente, salvo por una fastitis plantar que me acababa de aparecer.
Empecé a buscar alguna prueba como alternativa en la que pudiera participar, y pensé que podría hacer un Maratón. Hablando con mi entrenador, le dije que igual sería buena idea presentarme al de Lanzarote que coincidía con el puente de diciembre. Lo mejor de todo es que además podía aprovechar para visitar a mi hermana, cuñado y sobrino que viven allí.
Lo vio factible, así que sin dudarlo me inscribí y cogí los billetes de avión para mi y mi novio. Ahora tocaba enfocar este nuevo reto tan importante para un recién estrenado corredor con 20km máximos a la espalda.
Durante estos meses ha habido mucho trabajo entre los 5 entrenamientos por semana y las varias carreras en las que he participado como los 26km de las Vías Verdes (de Leitza a Andoain) y la última, la Behobia San Sebastián.
Pero, a pesar de los entrenamientos y la dieta que me han mandado, resulta que el cuerpo me dijo que no. Y todo por el hecho de no haber ido con asiduidad al fisioterapeuta!
A veces aprendemos las cosas por las malas, y es que aun sabiendo que tenía que ir, lo fui dejando hasta que el pasado 18 de noviembre después de un entrenamiento largo, me vino un dolor en la pierna izquierda. Es una lástima porque ese día batí mis propios récords al hacer 20km en 1h45min!
Tres semanas después y 5 sesiones en el fisio no fueron suficientes ya que al empezar a correr me venía de nuevo el dolor. A escasas 24 horas para tomar el vuelo y tan solo a 4 días de la fecha señalada en el calendario desde hace 8 meses, acudí a otro fisioterapeuta para aplicarme una terapia distinta, la punción seca.
Se suponía que con esta forma de distensión se curaría la contractura del cuadricep izquierdo, pero tendría que comprobarlo el miércoles con un entrenamiento suave.
El avión despegó a las 7 de la mañana desde Loiu, así que ganamos un día en la isla, ya que la vuelta es el domingo a las 9 de la mañana. Mi padre nos vino a buscar al aeropuerto ya que como buen jubilado que disfruta de la vida, pasa varios meses al año en la isla, en un chalecito que pudo comprar.
Después de hacer unas compras en el Decathlon para la carrera, fuimos a disfrutar de estas vacaciones mientras que el resto de la familia estaba en el trabajo y el cole. Un paseo por el mercadillo de Marina Rubicón, en Playa Blanca, y una caña con ‘papas arrugás’ en El Berrugo, abren el apetito. Un buen sitio para comer es el Mirador de las Salinas de Janubio, mi padre ya lo conocía, pero nosotros aún no habíamos tenido la oportunidad.
Por la tarde, tras estar con toda la familia reunida de nuevo, aproveché para hacer el entreno. Tenía que correr 30min a ritmo suave para probar la pierna, sin embargo apareció de nuevo el dolor. Al terminar busqué por internet un fisio que me pudiera hacer algo para poder correr el Maratón.
Aún no tenía claro poder participar en la prueba y mucho menos terminarla por lo que estaba a la desesperada, abierto a cualquier opción con tal de que me quitara el dolor. Para colmo el jueves era festivo y solo me quedaba el viernes para poder solucionar el problema, si es que había solución. Encontré un fisio en San Bartolomé, que me daba cita el viernes a primera hora.
Mi pobre padre ha hecho más kilómetros en tres días que en todo el año! Como estábamos alojados en la casa de mi hermana, me recogió a las 8 de la mañana para llevarme. Una buena sesión de masajes, acupuntura y contraste de temperaturas y ya estaba listo para la Maratón!
La tarde anterior a la carrera fui a la casa de mi padre para dormir, descansar y estar más tranquilo que en casa de mi hermana, y sobre todo para no despertar a toda la casa.
Llegó el gran día y los nervios pasaban factura ya que desde que me levanté a las 4 de la mañana para desayunar, no paré de ir al baño. Salimos a las 6 de la mañana para llegar sobre las 7 a Costa Teguise y poder ubicarme antes de la salida. Ya no quedaba sitio para los nervios, había que enfocar los 42km y 195m del recorrido de ida y vuelta desde Costa Teguise hasta Puerto del Carmen.
Comenzó la cuenta atrás y los aproximadamente 800 participantes pasamos por el arco de salida, los globos comenzaban a ascender mientras los relojes se ponían en marcha a la vez que el pitido continuo de las máquinas verificaba el paso de los corredores por el km 0. Incluso ahora se me pone un nudo en la garganta al recordar la salida.
En cuanto se dispersó un poco la manada que formábamos, busque la liebre de los 3:30 para seguirla siempre que me fuera posible. Pero tan solo pasaron 5km cuando me volvió el dichoso dolor a la pierna. Mientras fue soportable intenté ignorarlo y entre las subidas y bajadas llegamos a Arrecife la capital de Lanzarote.
Aún solo llevábamos poco más de una hora pero la cabeza me decía que no debía continuar con ese dolor que poco a poco iba a más. Acabábamos de dejar la urbe atrás cuando decidí retirarme tras 14km. Enseguida encontré a gente de la organización que rápidamente avisaron para que me llevaran de vuelta a la salida.
No es fácil tirar la toalla pero es lo más sensato. Para hacer una prueba como está hay que estar al 100% y no valen medias tintas.
Al regreso fui directo al taller mecánico para la puesta a punto. Como fui el primero en llegar (y creo que también en retirarme) tuve la suerte de ser el títere de la clase para el resto de técnicos que estaban esperando la ‘Master Class’ de Stilo Vitae.
Tal y como teníamos programado, cuando mi hermana completó la carrera de los 10km, nos fuimos todos a celebrarlo con una paella en un chiringuito de Playa Blanca, como si fuera verano pero en diciembre.
Mi hermana cumplió su objetivo y yo no me arrepiento de abandonar, lo intenté y no pudo ser, pero quedan muchas otras oportunidades por delante. Otra vez será!
Aún estoy sufriendo las consecuencias de no haberme retirado antes, y es que si no hacemos las cosas con cabeza mal vamos. Como ya he dicho, a veces algunos aprendemos a las malas, por lo que como se dice siempre, más vale prevenir que curar!